Adiccion y
libertad
En rigor, inicialmente existe un único ámbito en
el que la libertad es posible. Únicamente en el ámbito de nuestra conciencia
viva estamos en condiciones de disponer con total libertad sobre nuestros
actos. Son infrecuentes los momentos de libertad, ya que no duran un segundo más
que el pensamiento que plasmamos conscientemente. En toda otra actividad en al ámbito
de la vida psíquica, y totalmente en el de lo corporal-orgánico, estamos
sujetos a determinaciones sobre las que no disponemos en total libertad. Para
dominar el dolor se requiere mucha fuerza, la actividad de nuestro hígado queda
fuera de toda influencia volitiva. Pero si por ejemplo deseamos renunciar en
verdad voluntariamente a alguna cosa, siempre tendremos que actualizar, una y
otra vez, nuestra decisión. Su eficacia emerge de la formación libre del
pensamiento. La vía que conduce a la acción libre pasa necesariamente a través
de nuestra conciencia y exige el conocimiento de aquello a favor o en contra de
lo que deseamos decidir libremente. Lo que no somos capaces de diferenciar también
quedará excluido de nuestra capacidad de decisión.
Para comprender la problemática de la adicción,
determinada esencialmente por el momento de la coacción y la no-libertad, la reflexión
sobre el concepto de la libertad será mas deseable cuando se buscan las
posibilidades de solución e intentos terapéuticos no solo en el sentido de restituir
la “normalidad” y readaptar al paciente a las condiciones sociales, sino con
miras al hombre libre, vale decir también capaz de asumir la responsabilidad de
sí mismo.
La adicción da testimonio de la patología de la búsqueda,
lo que significa la perturbación de un principio que impulsa de las maneras mas
variadas el desarrollo del hombre tanto en sentido biográfico como también de
la historia de la humanidad, lo corrige y lo liga con el mundo de la realidad
esencialmente espiritual.