Busqueda y
nostalgia
Cuando el poeta y filósofo alemán Friedrich
Holderlin escribió: “Nosotros no somos nada, lo que buscamos es todo”, con ello
quería señalar el estado todavía incipiente de evolución en que nos encontramos
en relación con el mundo de los ideales espiritual-divinos.
Aquello que conmueve y altera nuestro ánimo cuando
hemos perdido algo querido, puede ser llamado tristeza o nostalgia. Es la
movilización psíquica, todavía no formada, hacia lo perdido. La formación y formulación
de nostalgias y anhelos es lo que podemos llamar búsqueda. Bajo este aspecto, todas las religiones y filosofías son
formulaciones de nostalgias, que intentan ordenar razonablemente la vida en relación
con lo perdido y anhelado.
Ahora bien, constituye un hecho observado por cada
quien en sí mismo y en los demás, que las nostalgias no formuladas durante
largos periodos pueden convertirse en acciones dominantes. La nostalgia
contenida, que no logra formularse como capacidad de búsqueda de las concretas
posibilidades de acción, amenaza con descargarse en cortocircuitos. Las
nostalgias son preguntas no formuladas. Todo cuanto no sea formulado se
evidencia como particularmente expuesto a la adicción, que transmite
pseudoformas en el sentido de apremiantes esquemas de acción.
De esta manera lo expreso una vez Rudolf Steiner
en forma determinante durante una conferencia: “Todo debe estar relacionado con
el cuidado que hemos de tener para al final tener pensamientos correctamente
formulados, frente a los que podamos asumir la responsabilidad de
acostumbrarnos a considerar en general el pensamiento como una búsqueda”. Tal
formación de pensamientos con miras al hombre responsable constituye la primera
fuerza contraria al principio de adicción. El hecho de cultivarla, debería ser
una premisa dentro del campo de acción pedagógico, pedagógico-social y terapéutico
con respecto a la manía o adicción.
Adiccion y tentacion
Todo cuanto nos incorporamos durante un tiempo
prolongado a través de los órganos sensoriales como alimento psíquico y a través
de nuestro metabolismo como alimento físico, sin desplegar en ello nuestras
fuerzas propias, en una primera fase actúa como debilitamiento, en la segunda
como dependencia. Todo hombre medianamente sano dispone de un considerable
potencial de fuerzas orgánico-corporales y psico-espirituales. Pero radica en
la naturaleza de tales fuerzas, que se atrofian cuando no son evocadas y
desplegadas. Ahora bien, pertenece a las cualidades esenciales de prácticamente
toda sustancia estimulante (a diferencia de los alimentos propiamente dichos), que
sustituyen fuerzas en lugar de activarlas y desplegarlas. Esto atañe a las
fuerzas imaginativas o de la fantasía, al igual que por ej. las fuerzas de
defensa propias del cuerpo. Tal reemplazo de fuerzas tiene como consecuencia
que precisamente aquellos sustitutos de fuerza que producen el debilitamiento,
se requieren para compensar continuamente el debilitamiento. Ellas ligan al
hombre a la materia. Las sustancias que producen adicción pueden
definirse globalmente
como estimulantes tóxicos. La mayoría de ellos se encuentran en uso como
poderosos “dispensadores de fuerza”, como tranquilizantes, para facilitar una
adaptación, como relajador psíquico, para la concentración o la imaginación de
imágenes fantásticas. Una característica fundamental en nuestra relación con
los estimulantes – a los que naturalmente también pertenecen los diversos
productos de la industria del esparcimiento- es el peligro siempre latente de
sucumbir ante las multifacéticos promesas de placer o fuerza: cedemos ante la tentación
“tenemos debilidad por algo”. A ella apunta la seducción para el consumo a través
de la oferta y la publicidad. El principio del placer adquiere dinámica propia.
La vida psíquica llega al punto muerto, porque ya no se le ofrecen objetos en
que logra activarse.
El principio de la tentación – tal como ya lo
enseña el mito del pecado original – también forma parte de la libertad y por
lo tanto de la búsqueda, del mismo modo en que la sustancia psíquica pertenece
a la nostalgia, a partir de la cual se forma la búsqueda. Como adicción también
se manifiesta la tentación exitosa como una forma de seducción para alejarse
del camino de búsqueda, apoderándose de la nostalgia. La tentación muchas veces
se encuentra al comienzo de un recorrido bajo la fascinación del anhelo. Por lo
tanto, el anhelo o la nostalgia aparecen como resultados de una tentación de la
búsqueda.
Peer de Smit - Extraido de la revista "Actualidades Welleda"
Peer de Smit - Extraido de la revista "Actualidades Welleda"